¿Slow fashion?
La contracultura de la conciencia
Hoy más que nunca se hace presente y necesario hablar de slow fashion, todos estos cambios en los que hemos estado sumergidas este último tiempo, nos han llevado a cuestionarnos, reflexionar y a sentir la urgencia de un cambio. No queremos seguir viendo cómo se destruye el planeta, menos queremos ser cómplices de ello.
El Slow fashion aparece por primera vez en el año 2007 en Londres gracias a Kate Fletcher, diseñadora y profesora de sostenibilidad. Un concepto que nace desde las entrañas creativas, en oposición al fast fashion, presentando y sacando a la luz la realidad de muchos nuevos creadores de la moda, “crear y producir de manera lenta”. Ya no podemos seguir en aquel ritmo frenético de producir y producir, en realidad nunca hemos podido, solo que creíamos que ese era el camino, el único camino, como si fabricar nuestras creaciones una y otra vez, nos nutriera no solo el bolsillo, sino también el ego.
En sus inicios, el slow fashion, no tuvo un gran impacto dentro del sector, me imagino por ir en contra de todo modelo, hasta que en abril del 2013, sucedió el hito que marcaría el antes y el después en toda la industria, la terrible tragedia de Rana Plaza, en Banglaseh, en donde murieron 1.134 personas y hubieron más de 2.000 heridos, todo ello como consecuencia de las malas condiciones laborales en las que estaban todos esos trabajadores, entre ellos mujeres, niños y hombres sin contrato laborar – por decir lo menos. Como resultado de esta devastadora tragedia mundial, pudimos ver y analizar , tristemente, la realidad del sector, abriendo los ojos hacia las formas en que se producen y fabrican nuestras prendas.
El slow fashion se presenta desde entonces como una contracultura, que va en oposición a lo que nos presenta la actualidad; comprar de manera excesiva, consumir productos sin cuestionarnos sobre sus procesos productivos, acciones rápidas y en constante cambio, no ser consciente con el medio ambiente, todo ello se presenta sin observar las consecuencias de los procesos en cada una de las cadenas que componen el hacer ropa, tanto en sus materialidades, como hacia el trato con las personas.
En la actualidad, el slow fashion se impone más que como una nueva tendencia de consumo, sino más bien, se enraíza como un estilo de vida y filosofía, una filosofía potente y llena de significado, la cual pretende al igual que una súper heroína, cambiar el mundo desde la conciencia, involucrando todo aquello que nos define el día y día. Además nos da lecciones de cómo debiéramos decidir nuestras acciones cotidianas, siempre pensando en un bien común y mayor. Y por si esto fuera poco, nos entrega productos de calidad, perdurables, reproducidos en pocas cantidades, privilegiando el uso de materiales naturales y respetuosos con el medio ambiente, contemplando un proceso más humano, más personal y directo, creando un vínculo más cercano entre el diseñador, el producto y el comprador. La moda que Crea vínculos.
Hoy muchas marcas, (por no decir todas), se están sumando de una u otra manera a esta nueva manera de pensar – de accionar, ya sea por seguir la “moda de la moda”, o realmente por el compromiso que existe detrás de la filosofía de la marca. Marcas como Stella McCartney, una de las pioneras entre los grandes diseñadores, se ha entregado a esta filosofía, fabricando prendas solo con materiales y tejidos sostenibles, como lanas naturales y algodones, además elimino de su carta de tejidos las pieles de animales.
Otras marcas reconocidas Españolas, Colombianas y por supuesto Chilenas, Han incluido en sus procesos algo o mucho de la filosofía slow, como Ecoalf, marca Española, que produce todos sus diseños con materiales reciclados del océano. Upcycling the Oceans.
Hoy se hace moda – por suerte – la moda que piensa en la humanidad, que nos viene a dar una lección de conciencia, de pensar en un común, en un futuro y en frenar un poco la vorágine de la vida, una vorágine que por cierto, fue impuesta por un mercado de consumo y que nosotros solo supimos seguir (por lo menos en sus inicios). Al igual que las marcas reconocidas y diseñadores emergentes, que se han entregado y han visto más allá de su bien personal, reconocemos y sentimos que este es el nuevo camino, nuestro camino, el de la moda lenta.